Adrián Molino decide atraparte en la vida de un smartphone, una cámara de fotos o la grabadora que recoge las últimas palabras de quien va a morir. Pero también te hace buscador de unicornios, psicólogos con ansias de volar o personas que no encuentran la normalidad.
¿Puntos fuertes? Uno de los relatos, dividido en varias partes, que lleva el mismo nombre que la obra, Unicornios Urbanos. Su protagonista busca incansable y de forma obsesiva un unicornio, pero su versión humana, es decir, aquella persona que reúna las cualidades de un unicornio. Su vida gira en torno a esa única tarea: ansía conocer a esa persona tan especial, por el mero hecho de buscar y llegar a encontrar. Este relato ofrece sensibilidad, pero también, muchísima soledad y ternura. Es el claro reflejo de quien se obsesiona buscando lo que simplemente surge, y que una vez dejamos de buscar, aparece sin más.
Pero, además, el conjunto de relatos da una dimensión analítica social de cualquier país occidental. Los protagonistas son raros y peculiares, pero también mundanos y cercanos. Saltan chispas de cotidianidad, de pensamientos y emociones, de vidas contadas en suspiros pero que narran un mar de sentimientos.
Y el punto negativo, es la superficialidad que a veces aparece entre sus líneas. Son relatos breves que necesitan de forma incondicional sumergirte y, en alguna ocasión, se quedan en nada.

Aun así, Unicornios Urbanos es un must en tu vida. Rápido, sencillo y, sobre todo, muy sereno, pero que cuenta lo que a todos nos pasa, seamos o no buscadores de rarezas.
Ángel Rull.